Es habitual que el primer álbum de un grupo o de un artista sea el mejor de su carrera, o al menos esté entre lo mejor. ¿Por qué? Porque ponen toda la ilusión para conseguir su objetivo.
Cuando un grupo llega a su octavo disco de estudio como es el caso de Pearl Jam, es un buen momento para analizar su carrera, su ilusión, sus ganas de seguir en lo más alto de la música. Y el resultado que han obtenido con este disco homónimo los de Seattle no puede ser más positivo. Alcanzan el nivel de sus comienzos. Unos inicios en los que sobre todo junto a Nirvana, crearon un nuevo sonido, una herencia quizá algo lejana al gran Jimi Hendrix.
Tal vez no hicieron un "Smells like teen spirit" con tanto éxito como el que tuvieron Nirvana, pero el conjunto de su carrera ha sido mucho más. La voz de Eddie Vedder, decenas de grandes canciones como Animal, Once, Alive, Daughter...
Pero centrémonos en el presente, en un gran momento, en Pearl Jam.
Disco homónimo, declaración de principios. Con un puñado de singles de categoría. Comienza muy potente, y de entrada con quizá dos de los mejores temas del álbum: "Life wasted" y sobre todo el single adelanto World wide suicide, fantástico.
Entre lo más calmado y emocionante "Parachutes", y con sonido marca de la casa en "Unemployable" y "Gone", de baladón a medio tiempo rock. Una emotividad que no termina hasta el final, "Inside job", una gran despedida.
También entre mis favoritos "Marker in the sand".
Hay grupos que son para siempre. Pearl Jam, es uno de ellos.
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